Resumen:
La educación como agente de cambio cultural permite la concientización sobre los problemas sociales y el desarrollo integral de los individuos. Pero además, se requiere que la educación pueda coadyuvar en la formación de sujetos que promuevan el cambio a través de la justicia y la paz. Cuando existen escenarios de violencia no basta con denunciarlos, se necesita a la educación trabajando acerca de valores dentro de las aulas para superar, por medio de la transformación pacífica de los conflictos, las diferencias que llevan a dichos episodios violentos. La transformación de los conflictos requiere el reconocimiento de las emociones y necesidades propias y de los otros actores. El trabajo emocional en la transformación de los conflictos es un requisito fundamental que requiere aprendizaje, porque no todos los actores son capaces de gestionar las emociones; en los niños es fundamental. En este sentido, la integración de las emociones en la educación formal es una cuestión primordial, puesto que el sistema educativo se ha centrado en la adquisición de conocimientos en función de competencias y ha dejado de lado la gestión de las emociones, aspecto fundamental para la convivencia en las aulas.