Resumen:
El problema de la corrupción es antiguo, proviene de las antiguas civilizaciones (Babilonia, China, India, Grecia, Roma). Pero también desde entonces han existido seres pensantes preocupados por establecer diques a este mal. Confucio, el filósofo chino, escribió: “Cuando los gobernantes nada más buscan el incremento de su fortuna personal, se verán acompañados de gentes perversas, las cuales se disfrazarán de ministros justos y el reino estará dirigido por hombres depravados” (Yañez, 2002, 133). En la Grecia clásica, Aristóteles, dijo: “Es probable que los que compran el cargo aprendan gradualmente a sacar provecho de él cuando el cargo les ha supuesto una inversión en dinero (…)” (Aristóteles, Pol., 1273 b, 2-4). El tema de la corrupción sigue dando mucho de qué hablar y lo seguirá en el futuro en tanto exista el ser humano. No obstante, cuando se discute sobre corrupción, persiste cierta ignorancia sobre el tema. Tanto es así que han surgido diversos bulos en la opinión pública sobre ello.
Este es precisamente uno de los objetivos de este trabajo: identificar, analizar y demostrar que algunas ideas en torno a la corrupción son simplemente falacias. Para referirme a estas falsedades, me apoyaré en el concepto de “mito”, de ahí el título de este trabajo. Otro de los objetivos del texto es mostrar un conjunto de medidas que han de conocerse para comprender la magnitud del problema de la corrupción antes de proponer soluciones aventuradas, generalmente sin fundamento. La corrupción no es una cuestión baladí, requiere de una capacidad de comprensión amplia, una mente abierta y sagaz para poder dimensionar la complejidad del problema.