Resumen:
Czernik, Almirón, Cuenca y Mazzaro (2005) refieren que la ansiedad y la depresión, figuran entre los trastornos mentales con mayor prevalencia en el mundo, lo que ha provocado que sean objeto de estudio de distintas ciencias. Al respecto, Ortiz-Tallo (1997) señala que en el caso de la psicología, tal interés tiene décadas, lo que ha permitido el surgimiento de distintas áreas de trabajo, siendo una de ellas la explicación de su origen. En este sentido, una propuesta reciente que aborda la etiología de ambos trastornos, es la teoría de la paz o equilibrio, en específico, en la sección que Valdez-Medina (2009) llama el círculo del miedo. En ella, el autor plantea que ambos trastornos inician cuando el individuo posee una personalidad entrópica, la cual, le dificulta resolver un estímulo sorpresa o significativo, lo que le originará emociones negativas, que en caso de no ser resueltas, llevan a la persona a presentar ansiedad, y posteriormente depresión.
Por tanto, la presente investigación tuvo el objetivo de explorar si la experimentación y no resolución de las emociones negativas: frustración, odio, culpa, vergüenza, envidia o celos, incide en la presencia de manifestaciones depresivas y niveles de ansiedad en adultos. Para ello, el trabajo se dividió en dos fases. En la primera, participaron 30 mujeres (=22.33, D.E=4.35 años) y 30 hombres (=24.77, D.E=8.76 años), elegidos a través del muestreo no probabilístico por conveniencia. Notándose que la totalidad de ellos tendió hacia una personalidad entrópica, lo que les complicó aceptar o rechazar un conflicto, principalmente del área familiar. Dicho problema, les originó emociones negativas que no habían resuelto, las cuales ellos asociaron con los niveles de ansiedad y manifestaciones depresivas que experimentaban.
Para la segunda fase, se realizó un proceso similar al de la etapa anterior, sólo que en este caso, únicamente se buscó evidencia del trastorno de ansiedad. Para ello, se trabajó con 37 mujeres (=23.59, D.E=6.13 años), y 32 hombres (=24.50, D.E=6.86 años), en los cuales además de herramientas psicológicas, se usó el bioffedback para determinar si presentaban indicadores fisiológicos relacionados con el estado ansiógeno. En ellos, nuevamente se observó que poseer una personalidad entrópica, les dificultó aceptar o rechazar un evento adverso, ocurrido primordialmente en la familia. Ello los llevó a vivenciar emociones negativas no resueltas, a raíz de las cuales: experimentaron niveles medios y altos de ansiedad, así como manifestaciones fisiológicas propias del estado ansioso, de las cuales resultaron estadísticamente significativas: el aumento del ritmo cardíaco y el incremento de la conductancia galvánica.
Así pues, los resultados obtenidos en la primera fase del estudio, permitieron observar que la secuencia que Valdez-Medina (2009) propone para explicar el origen de la depresión, se cumplió en los participantes. Al tiempo que los datos conseguidos en la primera y segunda etapa del estudio, permitieron notar que la secuencia planteada por Valdez-Medina (2009) para explicar la etiología de la ansiedad, se cumplió en los participantes. Siendo importante señalar que en ambas etapas del estudio, los conflictos familiares fueron el principal estímulo sorpresa o significativo que originó emociones negativas.