Resumen:
A pesar de que la andróginia ha sido considerada por varios autores (Bem, 1975; Bem & Lenney, 1976; Eichinger, 2000; Hall, Workman & Manchioro, 1998; Shimonaka, Nakazato, Kawaai & Sato, 1997; Stake, Zand & Smalley, 1996; Stake, 1997) como una característica que permite actuar de manera más efectiva a los cambios del nuevo orden mundial, ya sea porque permite actuar de manera instrumental o expresiva, femenina o masculina, según se requiera para el bienestar y ajuste social; hay otros autores que afirman las niñas y niños que desarrollan o ejecutan roles masculinos tendrán una mayor probabilidad de adaptación que aquellos que los posean en menor grado (Markstrom-Adams, 1989; Morawsky, 1994; Pei-Hui & Ward, 1994; Shimonaka, el al., 1997; Whitely, 1983).