Resumen:
El proceso de producción del primer atlas mexiquense se circunscribe al segundo cuarto del siglo XIX, temporalidad en la que imperaron ciertas realidades históricas y geográficas que incidieron en la representación del territorio estatal. El valor de los trabajos científicos radica en que fue un esfuerzo sin precedente en la historia de la cartografía mexicana, por tratarse de un estudio de grandes proporciones y por lo mismo sujeto a una serie de dificultades de todo tipo, en donde sobresale el desconocimiento de las características concretas del espacio a representar, pues era la primera experiencia estatal una vez consumada la Independencia mexicana y de haberse establecido el sistema político federal. El paradigma del mapa oficial del Estado de México y los de sus jurisdicciones distritales es: el Estado-visión del territorio; una entidad nueva al que le urgía conocer y reconocer lo que entrañaba su espacio político, desde la definición de su forma y extensión hasta sus características internas. El conjunto de mapas se editaron en el taller de litografía del Instituto Literario, en Toluca, entre 1851 y 1852.