Resumen:
Cuando se dedican unas líneas para hablar de Grecia, de sus personajes, disciplinas, historia, etc. surgen dos tipos de interlocutores, aquellos que ven maravillados aquella antigua civilización, que gustosos vuelven la vista hacía esos autores, no solamente por un interés personal, sino también por la relevancia que poseen los griegos como la figura materna que hereda gran parte de lo que la humanidad ha llegado a ser. Por otra parte, están aquellos cuya falta de interés por los griegos, ya sea por su lejanía, su estilo o cualquier otro motivo, rechazan cualquier texto con éste tipo de aroma. Es respetable desde luego, la discordancia para con ciertos autores y ciertos temas, pero el rechazo radical que surge únicamente porque un océano de tiempo nos separa de algunos de ellos, pareciese más una excusa que propiamente un motivo para evitar su lectura. Existen aún montones de sofistas, platónicos, parmenídeos, atomistas, amantes de la épica y la tragedia, y se menciona esto porque consecuentemente al rechazo se sigue el pedir la superación de los griegos.