Resumen:
Las imágenes de la brujería se derivan principalmente del imaginario europeo de la Alta Edad Media y el Renacimiento, Como símbolos del mal, esas imágenes llegaron a América con la Conquista y se mezclaron con las correspondientes representaciones autóctonas, que en lo general se distinguen por su desvinculación del mal. Chamanes, curanderos y otras figuras afines gozaban de una alta consideración por su proclividad a proveer el bien colectivo. Como figuras de poder, eran respetadas, incluso temidas, y frecuentemente desempeñaban un rol semejante al de un sacerdote de cualquier culto religioso, Hegemónicamente, sin embargo, los conquistadores europeos las relacionaron con la brujería europea, a la que ferozmente persiguieron durante más de dos siglos.
Descripción:
Los trabajos reunidos en el presente libro se proponen plantear una revisión de la brujería y su representación en América latina, considerándola como un fenómeno sincrético. La premisa de base es que los símbolos del imaginario precolombino se manifiestan con la misma autoridad que los del imaginario europeo y dan como resultado una idea contradictoria sobre la brujería, oscilando entre el bien y el mal e, incluso, entre fáciles supersticiones que han dado lugar a la práctica de la charlatanería. ¡Ay!, qué bonito es volar: representaciones contrahegemónicas de la brujería en Latinoamérica es, por tanto, un libro indispensable para ampliar nuestra perspectiva acerca de la brujería y su representación en Latinoamérica, en la que, históricamente, los brujos y las brujas han desempeñado una función de singular relevancia.