Resumen:
Rodolfo Usigli es considerado uno de los dramaturgos de mayor relevancia dentro del teatro mexicano del siglo XX, al proponer una dramaturgia basada en el conocimiento teórico y práctico que llevara a los escritores a la búsqueda de temas nacionales para la creación de un teatro nacional auténtico, nutrido de la investigación y su estudio formal. Su obra se integra no sólo por su producción artística, sino también por una gran cantidad de textos teóricos, crítica, traducciones, ensayos y prólogos enfocados a enriquecer el quehacer dramático.
Corona de sombra (1942) es una de las piezas más estudiadas de Usigli, en la que por primera vez utiliza el adjetivo antihistórico para dar a conocer las posibilidades que brinda la historia como recurso de composición dentro de la dramaturgia, escribiendo desde la imaginación un suceso histórico relevante, que dista mucho de elaborar una representación fiel a la historia oficial y que le da la libertad de plasmar una crítica dentro de la obra respecto de un posible concepto de nación, así como de la historia y el teatro mismos.
Con esta pieza, el dramaturgo marca el inicio de la trilogía de las Coronas, en las cuales recurre a tres momentos históricos que considera importantes para la vida nacional. En Corona de sombra parte del Segundo Imperio, momento que considera clave para la soberanía política de México, donde se permite abordar desde la perspectiva de una Carlota de Habsburgo anciana y en medio de la locura, las razones que la llevaron a ella y a Maximiliano a aceptar el trono de un país desconocido que termina absorbiéndolos y sellando su destino trágico.
Es en el teatro donde Usigli puede configurar los símbolos de los personajes, del claroscuro, del espacio y de la locura, los cuales encuentra latentes en el suceso histórico, para profundizar en el significado de un hecho que marca el rumbo de México y su emancipación absoluta de Europa, gracias al destino trágico de una pareja de príncipes europeos que, desde la perspectiva del autor, representa el sacrificio para una nación que, al mismo tiempo, se encuentra profundamente marcada por la contradicción y el olvido.
Es así como el dramaturgo construye su poética antihistórica a partir de la imaginación, la historia y los símbolos para derribar los mitos nacionales, establecidos como parte de un proyecto de nación que se lleva a cabo después de la Revolución de 1910, y erige otros que para Usigli nutren el diálogo crítico y representan de manera más sólida el pasado y el presente del mexicano.