Resumen:
La «corrupción» es un fenómeno social complejo de estudiar por sus diversas causas y sus
múltiples efectos. No existen planteamientos claros sobre su conceptualización, dado que las
prácticas corruptas han venido transformándose a través de los años. Anteriormente, se le
conocía como un hecho que se contraponía a la ética pública, por lo que se consideraba
como una acción propia de los individuos en su papel de servidores públicos. Siendo así, los
órganos del Estado se consideraban como los únicos escenarios del actuar corrupto.
Actualmente existen más trabajos de investigación con diversos enfoques de análisis, los
cuales han salido del limbo ético-legal y se han volcado hacia una visión socio-cultural. Estos
últimos estudios afirman que la corrupción se presenta tanto en los espacios públicos, como
en los espacios privados, dando como resultado la corrupción social que, en términos
generales, es la integración de las dos primeras. La corrupción pública se puede identificar en
los órganos del Estado, los partidos políticos, los sindicatos o los medios de comunicación.
Por su lado, la corrupción privada en las empresas, y “la corrupción social se gestaría al
interior de las organizaciones no gubernamentales, o en otras varias instancias del tejido
social.” (Cárdenas y Mijangos, 2005)