Resumen:
Las mujeres han luchado durante siglos a contra corriente para lograr ser reconocidas como ciudadanas y tener las mismas oportunidades que los hombres y, pese a todo, en el siglo XXI todavía se difunden estereotipos muy marcados que perpetúan los roles de género, por lo que todo el trabajo que realizan en pro de la igualdad de oportunidades no sirve de nada si no se ataja el problema desde todos los puntos de la sociedad. Se han dado numerosos movimientos sociales que han cambiado la vida de las mujeres, las han empoderado para reflexionar sobre la situación de desigualdad en la que estaban y reivindicar sus derechos buscando la igualdad de oportunidades. Las mujeres han cambiado, por lo que los hombres se ven obligados a cambiar también. En el caso de ellas, ya tienen el derecho de participar en cargos políticos de decisión, así como han accesido a la educación superior en cargos políticos de decisición. La identidad masculina hegemónica se tambalea y surgen nuevas identidades y masculinidades. Sin embargo, las mujeres han cambiado más que los hombres en cuanto a seguir los estereotipos de género en la sociedad, el patriarcado desde donde estaban construidas esas identidades sigue inalterable, lo que produce que los hombres puedan llegar a sentirse discriminados o en situación de desigualdad si no cumplen las expectativas que la sociedad tiene de ellos. Las principales instituciones de creación y transmisión de los atributos entendidos como el género asignado son: la familia, la escuela, la comunidad, las iglesias y los medios de comunicación. Mediante la asignación de roles, de un lenguaje y de un sistema de premiación, se definen actitudes y conductas que castigan a quienes las transgreden. Tanto hombres como mujeres construyen sus identidades, su subjetividad e intereses con los códigos de lo masculino y femenino. Desde la infancia y durante toda su vida, tratan de adecuarse y responder al orden cultural establecido.