Resumen:
Un teatro con compromiso social busca que la pasividad del espectador se termine, lo invita a encontrar dentro de sí nuevos conocimientos para eliminar la opresión, es decir, aquello que lo limita en su desarrollo personal y colectivo. Augusto Boal y Vicente Leñero, dos figuras importantes del teatro, mostraron un desacuerdo con la moral establecida donde la opresión permeaba. Por ello realizaron, cada uno por su cuenta, el teatro del oprimido y una dramaturgia crítica. La primera, una metodología para acercar al público a la transformación de la realidad a través de la ficción. La segunda, una manera de escribir la realidad para llegar a la gente y confrontarla en la ficción. El planteamiento de este escrito es exponer la ética que Boal y Leñero desarrollaron a lo largo de sus trabajos escénicos, porque el teatro no es simple entretenimiento, más bien es un espacio donde pensar, reflexionar, proponer y dialogar son partes fundamentales para la creación y representación; es divertimento ético, en tanto que permite, desde el disfrute, un involucramiento emocional, cognitivo y moral que puede ser uno de los diversos mecanismos para la transformar las conciencias de los espectadores. Se pone a prueba las capacidades reflexivas, analíticas, emocionales y empáticas. Ello es lo que le da el valor de compromiso social pues busca desarrollar al espectador. El teatro tiene como objeto de estudio al ser humano lo cual es un trabajo ético, porque analizarlo es reflexionar también sobre sus acciones.