Resumen:
El estudio social de la ciencia y la tecnología en Latinoamérica registra sus primeros antecedentes en los años cincuenta del siglo xx. El periodo que va de aquellos años a nuestros días puede dividirse en tres momentos diferenciados: el primero desde fines de los años cincuenta hasta comienzos de los ochenta, como parte de lo que Jorge Sábato y Natalio Botana denominaron “Pensamiento latinoamericano en ciencia, tecnología, desarrollo, dependencia” (placts), tomando el título, luego muy difundido, del libro editado por estos autores en 1975.
Un segundo período se extiende desde el comienzo de los años ochenta hasta la segunda década de los noventa, que podríamos denominar de institucionalización de los “Estudios sociales de la ciencia y la tecnología en América Latina” (escyt), y que está caracterizado por la conformación de los primeros grupos de sociología, historia social, antropología y política de la ciencia, así como de la economía del cambio tecnológico y de la innovación.
Un tercer período se inicia en la segunda mitad de los años noventa, y podría ser denominado periodo de “consolidación” del campo de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología. Los indicadores de esta consolidación estarían dados por la existencia de congresos periódicos, que incluyen cada vez más investigadores, grupos con cierta trayectoria en investigaciones, formación de posgrados (y de escuelas doctorales colectivas), entre otros.
Aunque es difícil afirmar que el campo está suficientemente maduro, sí resulta evidente que la producción de los últimos años nos muestra que en la mayor parte de los países de América Latina hay grupos activos que se están interrogando sistemáticamente
sobre cuestiones tales como el papel de las ciencias y las tecnologías en estos contextos, el papel de los Estados en la promoción del conocimiento, los modos en que las sociedades se apropian (o podrían apropiarse) de los conocimientos, o las formas de comprensión
pública de la ciencia y la tecnología, entre otros tópicos.
Los investigadores inscritos en el placts que hemos ubicado tenían, más allá de las diferencias entre ellos, un bajo nivel de institucionalización académica, estaban fuertemente preocupados por las dimensiones de orden político, defendieron el carácter social del fenómeno tecnológico y plantearon críticamente el proceso de transferencia de tecnología como un fenómeno dependendista. En contraste, se inclinaron por el desarrollo endógeno, destacando el papel activo de los Gobiernos en el trazo de las trayectorias
nacionales de investigación.