Resumen:
Los estudiantes universitarios son un grupo susceptible para desarrollar alteraciones en la salud mental y para el deterioro o abandono de sus actividades académicas (Alarcón, 2020) ya que, los cambios producidos en esta etapa, aunado al aumento de las demandas académicas, pueden dificultar la adaptación exitosa a la universidad, generar niveles elevados de estrés, insatisfacción o bajo rendimiento académico (Franco, 2015). En el contexto académico universitario se ha desarrollado una serie de programas que promueven la resiliencia. Sin embargo, en México, el vínculo entre la resiliencia y las intervenciones en la educación superior ha sido poco investigado a pesar de que proporciona una excelente oportunidad para explorar posibilidades a partir de un marco de intervención preventiva. Se ha demostrado que a través de intervenciones basadas en la terapia cognitivo-conductual en grupos de estudiantes de nivel superior se disminuye significativamente la ansiedad y el estrés, se mejoran las habilidades sociales, la autopercepción y la adaptación a la escuela (Conley et al., 2015).
La presente investigación estuvo dirigida a evaluar el efecto de un programa de intervención cognitivo-conductual sobre la resiliencia, en estudiantes universitarios; por ello, se dividió en dos fases: en la fase diagnóstica (fase I) se buscó analizar los niveles de resiliencia, estrés académico, autoeficacia académica y locus de control en estudiantes universitarios; y en la fase de intervención (fase II) se midió el efecto de una intervención de terapia cognitivo-conductual sobre la resiliencia de estudiantes universitarios. Para la fase I se trabajó con una muestra aleatoria estratificada de 288 estudiantes universitarios. Se aplicó una cédula de datos académicos y sociodemográficos; el Cuestionario de Resiliencia, el Inventario de Estrés Académico, la Escala de Autoeficacia en Conductas Académicas y el Cuestionario de Locus de Control Bienestar Subjetivo. La investigación se realizó en una Universidad pública. A los participantes, se les dio a conocer el objetivo de la investigación y la confidencialidad con la que se resguardaría la información. Los instrumentos, se aplicaron en forma grupal dentro de los salones de clase. Se realizaron análisis descriptivos, de correlación y comparativos. Para la fase II se trabajó con 27 estudiantes universitarios clasificados como con baja resiliencia que fueron asignados aleatoriamente al grupo experimental (n= 14) y de control (n= 13). El grupo experimental recibió una intervención con enfoque cognitivo conductual; al finalizar, se realizó una evaluación con el Cuestionario de Resiliencia.
Se observó un nivel moderado de resiliencia, niveles de estrés académico moderados, autoeficacia académica percibida satisfactoria y puntajes altos en locus de control interno. Las correlaciones fueron moderadas a bajas y estadísticamente significativas. Se encontraron diferencias estadísticas significativas entre los grupos clasificados como alta y baja resiliencia. En cuanto a la fase de intervención, las diferencias estadísticas significativas y el tamaño del efecto para muestras independientes indicaron que la puntuación global de resiliencia y los factores protectores externos se atribuyen al programa de intervención.
Los resultados señalan que cuando aumentan los niveles de estrés académico, la resiliencia disminuye. A medida que la autoeficacia académica es más satisfactoria, aumenta el rendimiento académico y la resiliencia. El grupo clasificado como no resiliente obtuvo puntuaciones más altas de estrés y puntuaciones más bajas en autoeficacia que el grupo clasificado como resiliente. Los hallazgos indican que este programa preventivo puede ser útil para promover el potencial resiliente de estudiantes universitarios.