Resumen:
Históricamente, el desempeño federal mexicano muestra un especial contraste, mismo que hemos recalcado en investigaciones antecedentes. El siglo XIX vio la coexistencia de un gobierno nacional débil con gobiernos sub-nacionales empoderados, ese “federalismo desbocado” se caracterizó por el unilateralismo estratégico y financiero de los gobiernos subnacionales. En cambio, el siglo XX mudó, primeramente, al unilateralismo financiero del gobierno nacional, seguido de la Reforma Constitucional oportunista, lo que invirtió las capacidades decimonónicas: un gobierno nacional fuerte y gobiernos subnacionales endebles (Mendoza y Mendoza, 2022, p. 75). Así, la implementación contemporánea de las políticas coordinadas pasó a depender del poder del gasto federal conformado, a manera de desequilibrio federal, entre 1953 y 1980. Tal proceso fue operado mediante una base contractual “no-constitucional”: los acuerdos intergubernamentales (AIG). Mediante su celebración, los gobiernos subnacionales se comprometían a derogar múltiples impuestos, a cambio de que el gobierno nacional les resarciera la pérdida recaudatoria mediante transferencias derivadas de nuevos impuestos nacionales, a manera de incentivos incrementales.
Actualmente, para esquematizar el desempeño federal mexicano, se hace necesario analizar a detalle los instrumentos financieros correspondientes a las políticas sectoriales, entre los que podemos diferenciar cuatro conceptos. Los programas descentralizados son aquellos que diseña el gobierno nacional para que su implementación sea realizada por los gobiernos subnacionales a través de transferencias condicionadas, es federalismo cooperativo. En contracara, los programas centralizados son los que el gobierno nacional diseña e implementa directamente, sin intervención alguna de los gobiernos subnacionales. La contraparte de los programas centralizados son los programas de los gobiernos subnacionales, a saber, aquellos de diseño e implementación estatal sin la participación del gobierno nacional. Los dos esquemas anteriores contradicen al federalismo cooperativo y reivindican un funcionamiento dual. Una última categoría alude concretamente al desequilibrio federal mexicano: los programas de subsidios son apoyos financieros para el mejoramiento administrativo y de infraestructuras subnacionales destinadas a coadyuvar con la política nacional, en virtud de las debilidades gubernamentales de las entidades federativas. Es importante diferenciar con claridad los programas descentralizados de los subsidios. Si bien ambas son transferencias condicionadas, las primeras aplican en la distribución de programas sociales predeterminados y las segundas en la corrección de debilidades administrativas y físicas de los mismos gobiernos subnacionales.