Resumen:
A partir del año 2000 comenzó un nuevo capítulo en la historia política de México. Después de 70 años de gobiernos, todos ellos procedentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) ganó por primera vez la Presidencia de la República. Desafortunadamente, después de 12 años de “cambio”, las políticas económicas planteadas por Vicente Fox y la guerra contra el narcotráfico por parte de Felipe Calderón, con las que se continuó aplicando el modelo neoliberal, convirtieron la esperanza en un mejor país, en desesperanza y frustración. La sociedad se enfrentó a la realidad de un sistema público corrompido y dominado por los intereses de la burguesía.
En ese contexto, las elecciones presidenciales del año 2012 se manejaron, por parte del PRI, de manera que la población nacional volviera a pensar en que lo mejor era regresar a gobernantes procedentes de ese partido. Desde muchos meses antes de que se realizara el proceso electoral, Enrique Peña Nieto comenzó a aparecer públicamente como el precandidato del PRI para colocarse en el primer lugar de las preferencias electorales. Candidato y partido desarrollaron una impresionante campaña electoral durante la cual se realizó un gasto desorbitante que incluyó el financiamiento masivo y el apoyo logístico integral de los gobiernos estatales priistas. (Olvera, 2016). Como parte de la estrategia para convertir a Peña Nieto en el próximo presidente de la República se contó con el apoyo de las televisoras Televisa y TV Azteca, así como de la prensa por parte de la Organización Editorial Mexicana, además de estaciones de radio coludidas por el gobierno. La suerte del país estaba echada.