Resumen:
La voz de las mujeres frente al Estado ha tenido siempre ese par de botones: mute y unmute. Por ello, es que el presente trabajo parte de una idea nada original. La mujer como no sujeto de la política occidental moderna se enfrenta al derecho, y en específico a los órganos de administración de justicia, desde una posición de indefensión para decirlo en términos procesales, pero que se traduce en 14 un menosprecio por sus causas, siempre y cuando éstas no sean consistentes con los estereotipos que se han construido en torno a ella; o en otras palabras, con el modelo de mujer; pero también cuando sus reclamos cuestionan el orden patriarcal.
Descripción:
El título de este trabajo se vale de los vocablos del inglés, mute y unmute, que aluden a la facultad de abrir o bloquear un sonido. En este caso usaremos la acepción como una metáfora de la posibilidad de una persona de ser escuchada o no. Se retoman porque en la actualidad, la realidad impuesta por la pandemia ha instaurado o al menos, ha hecho visible el inicio de una era que se ha identificado como zoomismo (Estévez, 2020a) y de manera muy contundente, esos vocablos nos muestran la posibilidad de estar o no estar, es decir, de ser o no ser parte de la dinámica de un colectivo, del trabajo, incluso de la vida.
Quiere decir que, mediante la activación de tales funciones, una puede ser o no escuchada, pero además cabe reparar en el hecho de que el control de tu audibilidad no depende únicamente de ti, sino que el anfitrión, el dueño de la reunión, tiene también ese control y puede legítimamente decidir, so pena de ser incluso removida de la “reunión”, sobre ello. Incluso tiene la capacidad de no permitir que los y las participantes puedan pasar a unmute por sí mismas.