Resumen:
Los hospitales consumen una gran cantidad de agua por día, así mismo es considerable la cantidad de aguas residuales que genera, y más preocupante la diversidad de contaminantes que éstas contienen (Verlicchi et al., 2010; Magdaleno et al., 2014; Laffite et al., 2016; Pérez-Alvarez et al., 2018). El problema se genera debido a que la mayoría de los hospitales no cuentan con sistemas de tratamiento de agua adecuados por lo tanto son liberados a los sistemas acuáticos aguas que contienen contaminantes emergentes (Chagas et al., 2019).
Diversas pruebas en organismos acuáticos que ponen de manifiesto daño a diversos organismos acuáticos se han realizado, entre éstas, evaluación de los efectos genotóxicos y mutagénicos, evaluación de la citotoxicidad, alteraciones hematológicas e histológicas, embriotoxicidad y estrés. Alimba et al. (2017), por ejemplo, demostraron que seis concentraciones (0,5–3,0 %) de un efluente hospitalario indujeron mortalidad y citogenotoxicidad en Clarias gariepinus (Alimba, Ajiboye and Fagbenro, 2017), Luja-Mondragón et al. (2019) indicaron que siete concentraciones (3–6 %) de un efluente hospitalario de México alteraron el desarrollo embrionario de Cyprinus carpio a través de un mecanismo de estrés oxidativo (Luja-Mondragón et al., 2019a). Cuando se expone un organismo a una mezcla de sustancias de diversa naturaleza se desconoce los daños que pueda generar en éste y el mecanismo que el organismo utilice contra los contaminantes (Andrade, Aschner and Marreilha dos Santos, 2017). A pesar de que existen diversos estudios al respecto, la predicción de las consecuencias a la salud es un reto al que nos enfrentamos.