Resumen:
La sucralosa (SUC) y el acesulfame-k (ACE-K) son dos de los edulcorantes artificiales más consumidos a
nivel mundial. Diversos estudios han reportado altas concentraciones de estos edulcorantes que son apenas
eliminados en las plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR) debido a su bajo metabolismo. En la
actualidad, existe poca información de los efectos que pueden generar la SUC, el ACE-K y sus mezclas en
organismos acuáticos.
El presente estudio tuvo como objetivo evaluar los efectos que la SUC, el ACE-K y sus mezclas pueden
inducir en el bioindicador Danio rerio. Con base en los resultados, en la primera parte experimental, tras
una exposición aguda, la SUC alteró el desarrollo embrionario de los peces generando un alto índice de
malformaciones. Las principales malformaciones fueron la escoliosis, el edema pericárdico, deformidad de
la cola, deformaciones craneofaciales, ausencia de ojos, falta de aletas e hipopigmentación. Además, la
SUC generó una respuesta de estrés oxidativo (EO) caracterizada por un aumento significativamente
estadístico en los niveles de peroxidación lipídica (LPX), hidroperóxidos (HPX) y proteínas carbonilo
(PCC). Asimismo, se observó un aumento significativo respecto al grupo de control en la expresión de
genes de la defensa antioxidante (Nrf1 y Nrf2) y de los genes relacionados con la apoptosis (CASP3 y
CASP9).
Por otra parte, en la segunda parte experimental, los adultos de Danio rerio tras cuatro meses de exposición
a ACE-K, SUC y sus mezclas, mostraron un comportamiento de ansiedad, caracterizado por un aumento
en el tiempo de congelación y una menor actividad de natación. Además, el análisis del cerebro de los peces
reveló una pérdida de la homeostasis del estado de REDOX, desencadenando una respuesta de EO que
podría ser responsable de la inhibición de la actividad de acetilcolinesterasa (AChE).
Finalmente, el ACE-K demostró ser más tóxico que la SUC y las mezclas generaron un mayor daño que
los edulcorantes independientes. Por esta razón, se determina que la SUC y el ACE-K en concentraciones
ambientalmente relevantes son perjudiciales por su capacidad de inducir efectos tóxicos como
malformaciones, estrés oxidativo y neurotoxicidad en organismos acuáticos.