Resumen:
La alternancia política en los municipios mexiquenses es una característica relativamente reciente, dado que, antes de las elecciones de 1993, solo había unos cuantos casos aislados en los que el partido hegemónico había perdido las elecciones municipales, en un contexto en el que en el resto del país se vivía una realidad similar antes de la década de 1990. Sin embargo, a partir de las elecciones de 1993 la alternancia del poder en los municipios comienza a ser una constante, desafiando la tradicional supremacía del PRI en la región, además, con clara tendencia en aumento en elecciones posteriores, esto debido a distintas variables, tales como; el surgimiento de instituciones que vigilaban el ejercicio de la democracia y la concesión de autonomía a estas, así como, a la reformulación de las leyes electorales tanto a nivel local, como nacional.
Por otro lado, si bien, la aparición del IFE e IEEM abonaron a tener una mayor calidad en la democracia y facilitaron la aparición constante de la alternancia, las condiciones socioeconómicas de las diversas regiones del Estado de México también influyen en la tendencia de aparición de la alternancia, dado que, entre más alto es el índice de marginación, es más posible recurrir al clientelismo político y al llamado voto duro y por tanto en gran parte de estas zonas se impide o pospone la alternancia política. Sin embargo, es innegable que la aparición de la alternancia en los municipios mexiquenses marca un hito en la historia política mexiquense, evidenciando una mayor diversificación y competencia en el ámbito municipal.