Resumen:
El patronazgo (patronage), como un sistema de relaciones de un patrón político (gobernante) con sus gobernados, que implica una relación patrón-cliente, supone un clientelismo político, así como las relaciones laborales entre el gobierno y sus empleados. Este sistema, como forma política de gobierno, ha sido utilizado preponderantemente para la movilización electoral y como recurso para apuntalar la maquinaria partidaria. Aunque también la clase política ha usado las nominaciones políticas como mecanismo de cooptación y en menor medida, ha recurrido a éstas para asegurar ciertos niveles de competencia técnica.1 Mientras que en el patronazgo, en el ámbito administrativo, el gobernante tiene como atribución principal el poder de nominación, porque es una herramienta esencial con dos modalidades: el sistema de botín, cuando el ganador de un cargo de elección popular tiene la atribución de nombrar y designar o por compromisos políticos; y el sistema de despojo, cuando el político necesita los cargos públicos en determinados momentos de su gestión para otorgarlos a sus recomendados.
Descripción:
Todas las fuentes de estudio de la Administración pública, que se encuentran descritas en el anexo de este libro, relacionadas con la profesionalización y la burocracia, son un punto de partida necesario, pero resultan incompletas. Nuestra propuesta es que se necesita un estudio de mayores alcances para encontrar las razones que predominan en el caso mexicano, la prevalencia del patronazgo como forma política de gobierno y la búsqueda de profesionalización de la burocracia como parte de una modernización administrativa que le permita su autonomía técnica y política frente al poder público. La implementación de un servicio civil de carrera integral en los tres niveles de gobierno sería la clave para la modernización de la Administración pública y su burocracia.