Resumen:
América Latina y el Caribe cuentan con la mayor área de bosques tropicales, biodiversidad y una gran proporción de los reservorios de carbono del mundo (Peña et al., 2011). Actualmente, estos bosques son los ecosistemas más amenazados debido a múltiples fuentes de presión (Miles et al., 2006). Una de ellas es el cambio de uso de suelo, el cual conlleva procesos no planificados de ocupación del territorio, generando una alta degradación de los recursos naturales así como vulnerabilidad de las poblaciones adyacentes (de Fries et al., 2010).
Existe un patrón interesante de dispersión migratoria de la gente del campo a la ciudad, lo cual conlleva a un incremento en la cobertura forestal debido a la regeneración natural, sin embargo, la población no está en decremento, al contrario, el crecimiento es exponencial y la demanda alimenticia de las ciudades es enorme. Ante este escenario, surge la necesidad de establecer mecanismos de producción que combinen el uso sustentable de los recursos naturales, así como la conservación de la biodiversidad y los servicios ambientales que esta presta para el desarrollo de la humanidad.
La imperante necesidad, ha llevado a desarrollar una estrategia de aproximación ordenada de uso de los recursos naturales, tales como el ordenamiento territorial (OT), el cual fomenta el uso racional de los recursos naturales a través de la estructuración espacial y la concientización de los ejidatarios y en su conjunto todos los actores que intervienen en las actividades que conforman el ejido. En décadas recientes se ha comenzado a utilizar el OT como una herramienta que permita disminuir los conflictos agrario-ambientales, y así reducir los impactos negativos sobre los recursos naturales. México es considerado como el tercer país con mayor diversidad biológica en el mundo, solo es superado por Brasil y la India, esto se ve reflejado en la gran riqueza de los recursos naturales y la belleza de los paisajes existentes tanto en zonas del trópico seco y húmedo, así como en zonas áridas y templadas (INEGI, 1994). Además de su diversidad biológica México es un país rico en disminución de la pobreza extrema. Frente a esta situación, el Gobierno Federal ha comenzado una importante tarea a fin de aumentar la conservación y disminuir la pobreza a
través del subsidio de apoyos, para la conservación, la reforestación, el desarrollo de cadenas productivas entre otros.
El ejido Santa Elena se ubica al suroeste del estado de Yucatán, un lustro atrás comenzó
con un proceso de conservación importante en la región, a través del Programa de Servicios Ambientales (PSA) auspiciado por la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) y el Banco Mundial, con camino recorrido y con elementos de confianza en las instituciones para emprender nuevos retos, el ejido se encuentran ante la necesidad de realizar un ordenamiento territorial comunitario. La población entiende la necesidad de contar con un documento de planeación para determinar el uso del suelo y sus recursos al corto, mediano y largo plazo, el cual les permita en principio, no solo ubicar y estructurar espacialmente sus recursos, sino establecer líneas de acción comunitaria, así como reglas claras y precisas que los lleve a un crecimiento social y ambiental.
En este sentido, el objetivo del presente estudio es presentar como resultado la primera fase del OTC, que comprende las etapas de caracterización y diagnóstico que se contemplan en la metodología de la Secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), plasmando la ubicación y descripción general de los recursos, así como una primera aproximación a la problemática social y productiva del ejido.