Descripción:
Este artículo confronta la idea de que la migración masculina y las remesas enviadas a los hogares permiten la autonomía de las mujeres y mejora sus condiciones de vida, con la idea de que a nivel del análisis de las crisis estructurales, las implicaciones que tiene la migración sobre la vida de las mujeres son sobre todo negativas, ya que se profundizan las formas de desigualdad y no se eliminan las formas de violencia hacia el género femenino. Más que una descripción, y en base a las entrevistas a profundidad realizada a 30 mujeres del medio rural mexiquense (Estado de México) entre 2005 y 2006, este trabajo parte del panorama que estructura los modos de vida campesina, para reflexionar sobre las formas en que estas estructuras reproducen esquemas violentos de discriminación y exclusión hacia las mujeres que se quedan. En una tercera parte, se proponen algunas hipótesis sobre el papel que la violencia estructural tiene como gestora embrionaria de la violencia de género. Para terminar el trabajo reflexiona sobre el papel que las políticas asistenciales de naturaleza neoliberal han tenido en los procesos de degradación de la condición humana del género femenino.