Resumen:
En los todavía albores del siglo xxi, las nuevas formas de apropiación de la realidad han dado lugar a formas de especialización fundadas en modos de mayor valor ético y sentido de responsabilidad social en todos los campos del conocimiento y en todos los modos de vida de los seres humanos. Desde las distantes geografías menos urbanizadas, hasta las grandes metrópolis contemporáneas, se observa que se empiezan a soslayar los procesos, productos e imágenes maniqueas que han resultado en detrimento del hábitat del ser humano creado y de la naturaleza en todas sus formas. En tal virtud, es menester en el diseño como proceso y producto (gráfico, industrial y urbano) rectificar los caminos en que se generaron tales condiciones de decadencia, para posibilitar nuevas formas éticas de creación desde la teoría y sus aplicaciones bajo principios de responsabilidad social, no sólo con la idea de mejorar dichos procesos y objetos para la vida de todos los seres humanos, sino como marco fundamental que permita la permanencia de comunidades vulnerables desde el comercio justo; esto es, la sostenibilidad estratégica del ser humano y la naturaleza como elementos simbióticos necesarios del sistema complejo de la sociedad. Así, este texto observa la necesidad imperiosa de modificar las conductas del diseño tradicional, como recurso para la mejora permanente de la calidad de vida de todos los seres vivientes. Es decir, en tanto el diseño influye en un número importante de aspectos de la vida de las personas, resulta fundamental que estos procesos y productos distingan formas menos consumistas1 y más responsables de sí y de su entorno, transformando tales representaciones tradicionales de diseño en otras con mayor énfasis en la sostenibilidad estratégica.