Resumen:
Quien está llamado a vivir entre los hombres no debe rechazar de una manera absoluta ninguna individualidad, desde el momento en que está determinada y dada por la naturaleza, aunque sea la individualidad más perversa, más lastimosa o más ridícula, debe aceptarla como algo inmutable, y que, en virtud de su principio eterno y metafísico, debe ser tal como es; a lo sumo, debe decirse: Es necesario que haya también de esa especie