Resumen:
A mediados del siglo XVIII, dos de las tres principales ramas de la ciencia natural habían alcanzado ya un desarrollo tal que avanzaban aceleradamente en la comprensión cada vez más precisa de sus objetos de estudio, lo que les permitiría, a su vez, formular teorías y leyes (“regularidades establecidas” como las define Erwin Schrödinger1) más convincentes en relación con los parámetros con los que se estimaba toda indagación de carácter rigurosamente científica, a saber, la validez universal y la constatación empírica, ambos parámetros basados de igual modo en el principio de la causalidad y apoyados en la formalización matemática.
Descripción:
Años antes de que Gottfried Reinhold Treviranus anunciara el nacimiento de la biología14 [Biologie] o la doctrina de la vida [Lebenslehre] como una nueva disciplina científica que tenía como propósito determinar las condiciones y leyes bajo las cuales las diferentes formas de vida existen, así como las causas que determinan su actividad, en 1790, Kant publicaba su Crítica del Juicio, para traer a cuenta el problema que representaba justamente la indagación sobre lo “vivo” –un concepto-límite en el tema del conocimiento en general–, problema que intentó resolver a partir del esclarecimiento de los conceptos de causa y fin en la naturaleza.