Resumen:
Siendo el síndrome febril una respuesta agresiva para ambos agente infeccioso y
hospedero, muchas veces se ha cuestionado si realmente la aparición de este síntoma es
benéfica para el organismo humano, sin embargo, es un mecanismo de defensa que ha persistido
a lo largo de la evolución como parte de la respuesta inmunológica, lo cual demuestra que
efectivamente es un proceso que ha sido útil en la lucha del ser humano contra los agentes
biológico-infecciosos de su medio. ¿Pero, cómo se lleva a cabo éste proceso fisiológico?
Normalmente el hipotálamo funciona como un termostato que mantiene al organismo a una
temperatura de 37°C, la cual es idónea para poder llevar a cabo óptimamente sus funciones
fisiológicas. Sin embargo, cuando el sistema inmune detecta la entrada de un agente infeccioso,
éste actúa en colaboración con el hipotálamo y con una serie de moléculas y receptores que en
conjunto se encargan de provocar una reacción febril, buscando así inhibir la proliferación de
los microorganismos y a su vez promover la producción de inmunoglobulinas que sean capaces
de confrontar y erradicar al agente patógeno. Cabe mencionar que la reacción febril no incluye
solamente el aumento de la temperatura corporal, sino que viene de la mano con la activación
de algunos mecanismos secundarios tales como los escalofríos y la vasoconstricción o
vasodilatación cutánea, cuyo único y final objetivo será reajustar la temperatura a su intervalo
normal.
Descripción:
Las condiciones ambientales que se encuentran en función
del área geográfica, la posición del sol durante día, el clima
y la estación del año, colocan ante a una constante amenaza
la estabilidad térmica de nuestro organismo en todo momento,
debido a que el cuerpo humano tiende a ganar calor
del medio o a perderlo (mediante la excreción de agua
por los sistemas renal y urinario, la sudoración, las pérdidas
insensibles como la evaporación de agua por las vías respiratorias,
etc.). Sin embargo, el ser humano está dotado de
una estructura cerebral denominada hipotálamo, quien se
encarga de monitorear y regular de manera constante la
temperatura corporal, activando los mecanismos de pérdida
o ganancia de calor (según sea el caso apropiado) para lograr
la adaptación al clima o estado del tiempo de nuestro
ambiente.