Resumen:
El ramillete de cartas que presentamos en esta obra, se trata del epistolario que Antonio Hernández Soberón atesoró
y que consta de ciento dieciocho cartas, setenta y cinco de ellas las recibió de su esposa Matilde Portillo de Hernández
cuando él salía a supervisar los trabajos correspondientes a las tareas agroganaderas de la Hacienda de Cruces de su
propiedad. En ellas, Matilde describe la cotidianidad de la vida en la casa paterna, estancia de Morterillos, el día a día
de su primogénita y algunos hechos relevantes como el paso del gobernador por su residencia, cuando éste realizaba
visitas oficiales al municipio de Moctezuma; asimismo, contiene nueve cartas de su hermano Valentín Hernández
Soberón, quien lo pone al tanto de los sucesos familiares que acontecen en la capital del estado; además de diez
cartas de Dionisio Palomo, administrador de la Hacienda de Cruces, las cuales muestran las actividades económicas
de la hacienda; dos del mayordomo, Francisco B. Cruz de la estancia de Santa María de la propia hacienda, y una
más de Othón Hernández, estos dos últimos personajes dan cuenta del nacimiento de su primogénita Mariana
Herminia de la Concepción Hernández Portillo, quien nació el 25 de abril de 1877.1
También incluimos la correspondencia entre Benito Rezusta, administrador de las Salinas de Peñón Blanco y
Dionisio Palomo, administrador de la Hacienda de Cruces, que da cuenta del quehacer económico de la hacienda y
la importancia que tienen en éste los administradores.
Descripción:
En el último tercio del siglo XIX, las propiedades de la familia Hernández Soto –Guanamé y Cruces– se consolidaron
como un emporio ganadero que tuvo vigencia hasta los primeros años del siglo XX, tras la división entre varios de sus
miembros. Se estableció la Hacienda de Illescas en la parte occidental de los terrenos. De acuerdo con el levantamiento
topográfico realizado por Francisco Gándara en 1890 para los propietarios Matías y Antonio Hernández, la Hacienda
de Cruces abarcaba un territorio de 373 890 hectáreas. En dicho plano se establece claramente una línea que divide
la hacienda de norte a sur delimitando dos porciones similares de territorio: 186 967 hectáreas para Cruces y 186
923 para Illescas. De la lectura de las cartas que presentamos, se desprende que Dionisio Palomo era administrador
general y tomaba decisiones respecto al territorio de la gran hacienda. Antonio Palomo, su hijo, se encargaba en
particular de la administración de Illescas.