Resumen:
Estremecida tu abeja pupilar miro el vértigo en mis dedos mientras colibrea entre tus silencios un rápido atisbo a los lunares que orbitan nebulosos por tu plexo. Por tus tatuajes mis enjambres súbitamente cometan cruzando el nublado páramo de tu lascivia, apagada por la estrella del día. Y afuera, sin café amargo, estallan tal papalotes sin viento, los enjambres de tu mirada, impasible. Tus enjambres me picotean las orillas lolitas del frío, mientras me ansío las manos tallando las aristas de tu nombre.