Resumen:
La ciencia moderna se construye bajo las metáforas propias de la modernidad y ha promovido un único discurso de la verdad y un orden social que reproduce el orden jerárquico y desigual del sistema mundo; ha dejado de lado los saberes culturales y tradicionales de los distintos pueblos. Sin embargo, es importante recuperar el diálogo epistemológico de los saberes populares que nuestros pueblos construyen y recuperan como estrategias y tácticas de subsistencia y resistencia en los contextos de exclusión y marginación a los que son sometidos por las racionalidades del sistema social (cfr. de Sousa Santos, 2009). Los saberes tradicionales han sido excluidos de lo que se denomina ciencia moderna, misma que es cuestionada por los estudios de la decolonialidad; dichos saberes han sido invisibilizados y discriminados por el mundo occidental. México cuenta con una gran diversidad de saberes, es común encontrar en los diferentes sectores de su población conocimientos propios, creencias y costumbres acerca de la salud y la enfermedad; dichos conocimientos se derivan de las culturas indígenas locales y del sincretismo cultural que tuvo lugar después de la conquista en el siglo XVI.
Descripción:
Hoy en día, en México, los saberes tradicionales en ciertas áreas de la medicina se han incorporado a algunas instituciones de salud pública; sin embargo, se presentan como alternativos, sin el reconocimiento pleno de la medicina moderna. Se establecen relaciones de poder que los ubica en la marginalidad del conocimiento, ocultando la riqueza cultural y negando las prácticas sociales que son fuente de conocimiento. Bajo este enfoque alterno están las mujeres parteras, quienes han sido incorporadas a algunas instituciones de salud, donde se les exige seguir las reglas de la modernidad como son los cursos de capacitación y los procedimientos de asepsia, entro otros.