Resumen:
El fenómeno de la corrupción, cual pandemia, se ha expandido en las sociedades contemporáneas, sean estas desarrolladas o en vías de desarrollo. Por tanto, existe en los principales sectores de un Estado: público, privado y social. Bajo el enfoque de la disciplina ética, el incremento de las prácticas corruptas en la conducta humana obedece al debilitamiento o ausencia de los valores. Por el contrario, cuando se rescatan y fomentan los valores éticos, estos fortalecen, motivan, dan integridad y dignidad a quien los interioriza, generando una conducta libre, orientada a la realización del bien mediante el cumplimiento del deber. Sin duda, la importancia de fomentar y/o fortalecer valores en un país es crucial. ¿Quién se atrevería a negar la importancia de estos en gobernantes y en ciudadanos? Sin duda, es fundamental una ética pública para los servidores públicos, pero también lo es una ética para la ciudadanía. Sin embargo, más allá de la retórica conceptual, en la práctica, ¿cómo se aterrizan los valores? ¿Cómo se interiorizan? ¿Cómo lograr que se practiquen? ¿Qué profesionista enseña valores? En un mundo de intolerantes, ¿cómo se aprende el valor de la tolerancia? ¿En un contexto de corruptos, cómo se aprende el valor de la probidad, la integridad?
Descripción:
Cuando se desconoce el concepto básico de valor, existe un problema en la cultura política básica o general. De ahí, surge el interés por escribir este artículo, por comenzar por lo básico, partir de una definición de valor para comprender el resto de valores.