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De todas las formas de lo cómico, la sátira trasluce más las intenciones que la motivan: indignación, rencor, deseos de dominio, en una palabra, el afán de desvalorizar. Lo cómico satírico comporta siempre una crítica de las costumbres, una desvalorización ética, de esta manera, el autor de sátiras se convierte en el portavoz de la moral colectiva. Sin embargo, es necesaria cierta mesura que preserve al autor de caer en la virulencia de lo escatológico. La libertad del humor debe permear toda sátira para que no decaiga estéticamente.