Resumen:
A través de la historia el hombre ha tenido necesidad de transportarse a sí mismo y de
transportar los bienes o productos que produce o que necesita para producir; tal necesidad
es la que lo ha llevado a crear y perfeccionar los distintos medios de transporte que
conocemos y utilizamos, sean éstos marítimos, terrestres o aéreos. De entre todos esos
medios, el ferrocarril ha sido considerado por distintos autores como la mejor innovación
de la llamada primera revolución industrial, en el sentido de que fue el primer transporte
terrestre que revolucionó el traslado de mercancías y personas, en especial, en aquellos
lugares donde fue implantado.
En México, esta mejora en las condiciones de traslado, (capacidad, seguridad, rapidez y
baratura) permitió que las zonas beneficiadas por el paso de ferrocarriles experimentaran un
cierto crecimiento económico, el cual hasta antes de la llegada del ferrocarril se había
encontrado limitado, entre otras causas, por la presencia de una deficiente e insegura red de
comunicaciones y transportes que restringían la distancia y la capacidad de
comercialización de las mercancías debido, principalmente, a los altos costos de transporte
cobrados por los entonces predominantes medios de transporte mexicanos: diligencias,
carretas y arriería.
Con el establecimiento de líneas ferroviarias llevada a cabo, fundamentalmente, por la
inversión extranjera, en su mayoría estadounidense, los altos costos de transporte dejaron
de ser la principal limitante para el transporte de mercancías en sus zonas de influencia,
pues con la reducción de los costos de transporte, el ferrocarril favoreció relativamente no
sólo la integración del territorio nacional (al ampliar los márgenes de la comercialización
interna y de los mercados regionales) sino que también contribuyó a la acentuación de las
relaciones comerciales entre México y Estados Unidos