Resumen:
América Latina desde hace más de dos décadas vive el proceso de (re)democratización largo, extenso y profundo de su historia, y al mismo tiempo viene experimentando una doble transición, que en algunos países es triple: la primera, del autoritarismo a la democracia; la segunda, de economías fuertemente intervenidas por el Estado y relativamente cerradas, a economías más abiertas y orientadas al mercado; y la tercera (que aplica sólo a ciertos países), de la guerra a la paz Ante un panorama de profunda desconfianza en los partidos, dirigentes e instituciones políticas en general, durante las últimas décadas en América Latina, se comenzó a preconizar la necesidad de realizar modificaciones legales en la estructura institucional de los países en el ámbito constitucional, en particular en lo relativo al funcionamiento partidario y electoral Derivado de las reformas neoliberales en América Latina, se necesita no sólo una nueva agenda para la reforma económica, sino también una clara y renovada agenda de reforma política dirigida a tratar de equilibrar, ajustar y sintonizar los sistemas políticos con las nuevas realidades sociales y las crecientes exigencias de la ciudadanía en búsqueda de mayor y mejor representación y gobernabilidad. En América Latina, el ejemplo paradigmático de sistema de partido hegemónico es en México, con el Partido Revolucionario Institucional, que pudo prolongarse ininterrumpidamente por siete décadas.5 Tras la desconfianza del electorado por las diferentes prácticas de los actores políticos durante los procesos electorales podríamos plantear ¿La falta de credibilidad y legitimación en los procesos electorales en México son la pauta para concebir una nueva perspectiva de la observación electoral en América Latina como instrumento para el fortalecimiento de la democracia? Para Sartori7 la democracia como principio de legitimidad postula que el poder deriva del pueblo y se basa en el consenso verificado, no presunto, de los ciudadanos. El poder está legitimado, además de condicionado y revocado, por elecciones libres y recurrentes. No hay un sistema político o modelo electoral único que se pueda aplicar homogéneamente, toda vez que éstos se ven afectados por factores históricos, políticos, culturales y religiosos endógenos. Por esto, el objetivo de este capítulo es conocer la importancia de la debida aplicación de la observación electoral, para cimentar las bases para el fortalecimiento de la democracia mexicana en los múltiples instrumentos jurídicos y políticos interamericanos en materia electoral.
Descripción:
La debilidad institucional o en su caso la ausencia de mecanismos internos para el actuar de los observadores electorales nacionales e internacionales, es el problema que enfrentan los países con elecciones en búsqueda de legitimidad. · Para garantizar la transparencia y fortalecer la credibilidad en los procesos electorales en México, es importante que el marco legal permita que los observadores puedan presenciar todas sus etapas. · La observación electoral debe centrarse en identificar irregularidades dentro del proceso electoral, entendiendo la dinámica social, política y económica que puede extenderse a temas como el acceso, equidad, perspectiva de género, financiamiento de las campañas, medios de comunicación, transparencia y de apoyo general a las instituciones electorales de cada país. · La observación electoral como instrumento de la comunidad internacional ha contribuido a consolidar la democracia continental, porque se sustenta en la legitimidad que le otorga la génesis del proceso político. · En el fortalecimiento de la democracia, hay que garantizar la expresión auténtica de todos los actores y participantes de los proceso electorales,para lograr involucrarlos en la participación de los procesos electorales que permita legitimar cada acto. · La observación electoral incluyente permite metodológicamente recolectar información para fortalecer las instituciones, subsanar vacíos legislativos, prevenir y detectar oportunamente posibles irregularidades, imponer sanciones efectivas y activar la participación de la sociedad.