Resumen:
Conocerse a sí mismo no es una tarea que resulte fácil y al mismo tiempo no es un conocimiento que busquen todos. De ser así, todo mundo se inclinaría por el cuidado de su alma. Sin embargo, la mayoría se encuentran dispersos en un saber que no dice nada de sí, y pretenden con ello, vivir de la mejor manera. Por tanto, esa pregunta que cuestiona por el hombre no tiene nada de inocente y apela a lo más inmediato por conocer, lo más importante. De esta manera indicamos el camino del presente trabajo.
Al tratar de comprender el pensamiento socrático tropezamos siempre con la dificultad de los escritos, todo aquél que trate de acercarse a Sócrates indudablemente ha de enfrentarse a dicho problema. Como sabemos, Sócrates no dejó nada escrito y las referencias que tenemos del filósofo las conocemos a través de sus discípulos; Platón y Jenofonte; otras, por ejemplo, las encontramos en la comedia de Aristófanes y en el pensamiento de Aristóteles, o de algún otro de sus contemporáneos. Sin embargo, los escritos de estos autores no concuerdan, incluso se muestran contradictorios. Esto hace más difícil la tarea de formarnos una idea del pensamiento socrático, y tal vez con ello damos a entender que sólo sabemos que no sabemos nada de él.