Resumen:
En México el comportamiento cíclico del empleo muestra una correlación positiva con el
ciclo nacional. Así, el empleo presenta incrementos y caídas durante las etapas de
expansión y contracción de la producción, lo que afecta constantemente el nivel de
bienestar de la población. Si recordamos que el ciclo económico se define como la
sucesión de fases de expansión y contracción de la actividad económica, podemos
afirmar que el empleo (y el nivel de bienestar) fluctúan de manera similar al ciclo
económico). Por ello, también es de fundamental importancia el análisis de sus
fluctuaciones, en especial de sus caídas durante las recesiones debido a lo grave de
sus efectos. Por ejemplo, en el caso de México, la recesión económica del período
2001-2003 fue quizá silenciosa y poco profunda, pero notoriamente más larga. Aun así,
la plantilla formal se redujo 4%, equivalente a 300 mil empleos, y tardó en recuperarse
46 meses, lo que impactó severamente los niveles de bienestar de la población
(Samaniego, 2010). Por su parte, durante la recesión de 2008-2009 la pérdida de
bienestar debido a la reducción de plazas de trabajo fue superior a la mostrada por la
recesión anterior y se perdieron durante el 2009 poco más de 400 mil empleos formales
(Díaz y Mendoza, 2012).