Resumen:
En la actual historiografía mexicana hay una preocupación creciente por examinar con mayor cuidado toda aquella documentación que ha sido elaborada, precisamente, por la población indígena del país. Se espera que ello contribuya no sólo a separar y clasificar los testimonios de los diferentes actores sociales, sino también a adentrarse en la visión propia del grupo que le dio vida. Por supuesto que los códices prehispánicos y de los primeros años coloniales son los documentos de manufactura indígena más conocidos. Incluso es ampliamente reconocida la tradición académica en nuestro país que se dedica a estudiarlos. A pesar de su relativa abundancia, en realidad son documentos y testimonios escasos sobre todo para ciertas áreas geográficas del centro de México, como el valle de Toluca. No obstante, aquí estudiaremos uno que procede, precisamente, de una antigua subdivisión del pueblo de Xiquipilco (actual municipio de Temoaya en el Estado de México), y que está compuesto de aquellos elementos glíficos que garantizan su autenticidad dentro de la tradición mesoamericana.