Resumen:
A partir de la publicación del manual holandés en 1898, la Archivística, una disciplina que consistía en un conjunto de prácticas empíricas, se autoproclamó como una ciencia autónoma. Desde entonces y hasta hoy —en especial en el sector más tradicional—, perdura una postura defensiva en torno a la autonomía de la disciplina. El temor a perder su identidad le ha conducido a una férrea negación de establecer diálogos con otras áreas del conocimiento. Sin embargo, como lo expresaron desde hace más de tres décadas Couture y Rousseau, “la autonomía no significa aislamiento” (1988: 75). En efecto, desde sus orígenes y hasta ahora, la práctica y teoría archivística han estado vinculadas a otras disciplinas, como veremos a continuación, en una periodización que responde a la clásica segmentación histórica y a ciertos eventos relevantes que permearon la disciplina.