Resumen:
El propósito de este libro es indagar en qué medida y cómo fueron utilizadas las redes sociales en una campaña electoral a nivel local, con las elecciones municipales y legislativas de 2015 en el Estado de México como estudio de caso. La idea central es saber si dichas redes están formando ya parte de las estrategias electorales para informar, persuadir y movilizar a los ciudadanos o si, en general, su utilización como canal de información y comunicación político-electoral por parte de los partidos políticos y candidatos es aún limitada. En este sentido, nos interesa conocer con fuentes de primera mano el uso político de Facebook y Twitter, utilizando las estrategias de recopilación, sistematización e interpretación de los mensajes de candidatos locales durante la elección. Los resultados son muy clarificadores. En México, no son todavía las redes sociales el principal vehículo de información y comunicación política a nivel local, ya que aún se siguen empleando los métodos tradicionales de campaña electoral vía contacto directo con electores, así como la asistencia personal de los candidatos a las comunidades. Una parte de la explicación está en el hecho de que el llamado modelo de comunicación política (establecido
en la reforma electoral de 2007-2008 y replicado en las entidades federativas) definió como elemento distintivo el que los tiempos del Estado son la vía exclusiva para que partidos y candidatos se comuniquen directamente con el electorado a través de los medios electrónicos. El cambio ha sido evidente: los órganos electorales y los partidos políticos ya no tienen que gastar dinero en la contratación de tiempo aire en radio y televisión; sin embargo, los partidos destinan la mayor parte de sus spots en radio y televisión a sus campañas nacionales y en menor medida a las campañas de los candidatos individuales a puestos federales (Díaz Jiménez y Alva Rivera, 2016), dejando un muy limitado (si no es que nulo) acceso a medios para los candidatos que compiten en elecciones locales. Además, la reforma no redujo de manera significativa el financiamiento público de los partidos políticos respecto al pasado, por lo que una buena parte del financiamiento a las campañas de los partidos y candidatos se canaliza ahora a las estrategias de contacto directo y movilización territorial del voto. Por otro lado, no se legisló en la reforma el uso político de Internet, muy probablemente debido a las complicaciones políticas, jurídicas, financieras y técnicas que ello representa.