Resumen:
La vida invita a bailar con aquello que está vivo, su
latido auténtico está en la Naturaleza, difícilmente
alguien pasa un fin de semana, unas vacaciones, una
mañana o una hora, por muy insensible que sea, sin
terminar por reconocer la paz que esta aporta. Sin embargo,
en el ritmo de vida occidental, son pocas las
personas que pueden y quieren defender ese espacio y
ese tiempo para disfrutarlo en un bosque, en el mar, en
unas cataratas, o en un pueblo mágico.
Lo que se identifica con mayor facilidad, es la
presencia de gran número de personas en los almacenes
y centros comerciales, restaurantes de comida
rápida, o antros; sin embargo, el nivel de interacción
entre ellas es bajo porque su atención es dominada por
los teléfonos celulares, a los que le conceden un alto
poder hipnotizante, que se apodera de las emociones,
pensamientos y palabras de quienes los portan.
La cuestión no es la crítica a ciudades fantasmas,
habitadas por seres casi en calidad de títeres, cuyo
control de los hilos se lo han cedido a la tecnología.
El problema es que esta desconexión de la Naturaleza
ha gestado un elevado antropocentrismo, una inconsciencia
en el consumo hasta llevar a la gente al hiperconsumo
de lo superfluo, y con ello a un alto nivel
de depredación de la Tierra, los occidentales se han
llevado tras los pies, los bienes naturales de los no occidentales,
y en general, de las plantas y los animales
no humanos.
Cada vez más comunidades indígenas y grupos
vulnerables, han sido desplazados de su hábitat, por los gigantes del mercado y la industria que requieren
expandirse. Para ese proyecto insaciable, injusto, depredador,
y manipulador, las comunidades empobrecidas
son de nuevo, las más afectadas junto con los
ecosistemas de las zonas donde un nuevo supermercado
aparece, un nuevo hotel, “desarrollos turísticos” o
maquiladoras en general.
Y todo ello planea ser vendido a través de la publicidad
que le llega a la humanidad occidental y occidentalizada,
a través de “mandatos” en el pequeño
celular que la persona carga y mira todo el día, los
mensajes son abrumadores: manipulan las decisiones
de la comida, vestimenta, entretenimiento, etc.
Desde ese panorama retador ¿es posible crear
una nueva conciencia que logre la práctica de un consumo
ético no antropocéntrico?
Se tiene la firme creencia que sí es posible, que
cada vez se suman más a este proyecto de vida. La
grata noticia, es qué hay mucha gente joven más sensibilizada
que muchas de las personas adultas.
Las universidades tienen el compromiso social
de atender las necesidades más acuciantes de la colectividad,
a través de la docencia y la investigación.
En esta publicación se presenta un análisis teó-
rico sobre consumo desde diversas posturas éticas
complementarias entre sí: la ecología profunda, la noviolencia
gandhiana, así como el comercio justo desde
la economía social y solidaria.
La estructura del libro, aunque puede ser leído
cada capítulo de manera independiente, se recomienda
hacer su lectura desde el principio, de manera secuencial,
debido a que las temáticas últimas, están basadas
en argumentos que aparecen en los primeros capítulos.
En el primer apartado se presentan los principios
más representativos de la Ecología Profunda, fundada
por el noruego ambientalista Arne Naess, se incluyen
autores actuales que están recuperando sus propuestas
como es el caso de Adrián Villaseñor, se integra otro
apartado donde se habla de las sabidurías ancestrales
y de su prácticas de interconexión con la Naturaleza.
En el segundo capítulo se aborda la ética gandhiana,
los vínculos con la Ecología Profunda, y el
desglose de las estructuras éticas que la integran, iniciando
con el análisis de los dos términos más afines
con los que se le conoce a esta filosofía: ahimsa y
satyagraha, se continúa en el mismo capítulo con lo
que se considera el corazón de la ética gandhiana: el
autogobierno, la autorregulación/ autosostenibilidad y
la vida en cooperación: Swaraj, Swadeshi y Sarvodaya,
respectivamente, términos complementarios, que
representan un reto, desde su definición, y un mayor
desafío llegar a hacer realidad su práctica. De hacerlo
posible, se lograría: el consumo frugal, el respeto a la
Naturaleza y la justicia social.
En el capítulo tres, se trabajan los fundamentos
teóricos del consumo ético, responsable y solidario.
Se aborda de manera complementaria el comercio justo
así como sus abusos y sus aportes, y cómo este se
encuentra inserto en la Economía Social y Solidaria.
Asimismo se revisan diversas acepciones que tienen
que ver con esa economía, como lo es la Economía
del Bien Común de Folber, la economía popular y la
economía solidaria de la red REAS.
Hay un cuarto capítulo que inicia con los antecedentes
universitarios sobre acciones dirigidas a crear
conciencia en el consumo, se continúa con la presen-
tación de algunas propuestas para cómo llevar a cabo
la educación en consumo ético, donde se proponen
estrategias didácticas que contemplen: el trabajo extra
aula y actividades que propicien un vínculo con la
Naturaleza; otras que se dirijan al interior de las personas,
incluyendo el desarrolló del área emocional y
espiritual, como una herramienta necesaria para reconectar
con la Naturaleza, se asume que en ese nivel de
conciencia el consumo se limitaría a lo indispensable.
Se revisan otras estrategias didácticas, algunas abordan
la parte cognitiva, otras trabajan las actividades
de contención, o acciones no-violentas o el llamado
activismo ecosocial, como parte fundamental de una
formación ética en el consumo. La última estrategia
defiende la búsqueda de vínculos tanto en instancias
académicas como gubernamentales, para la creación
de espacios, en donde proveedores de los mercados de
comercio justo puedan ofrecer su productos, en virtud
de que se defiende la idea de que el consumo ético va a
la par con el mercado de comercio justo, no se pueden
separar, ambos son un binomio que se sostienen.
Finalmente en el cierre se integra un apartado de
reflexiones, que sintetiza las principales ideas compartidas
en esta publicación.
Asimismo se incorpora un apéndice escrito por
Angélica Hernández, directora de un grupo agroecoló-
gico que siembra, procesa y comercializa frambuesa,
arándano azul, zarzamora, hierbas aromáticas y miel,
en la primera parte, la autora describe las características
educativas, agroecológicas y de conservación de
su proyecto, en la segunda parte, ella se enfoca en describir
los beneficios de las abejas y de su miel en los
cultivos agroecológicos y la comunidad de vida. Parti-
cularmente se destaca de esta organización, la apertura
que tiene al recibir grupos académicos para mostrar:
que el cultivo sin pesticidas y agroquímicos, que la
defensa de áreas de reserva, que la recuperación de
especies en peligro de extinción y que el respeto a la
Naturaleza, son posibles y se están realizando.
Se invita al lector a caminar juntos con la autora,
en este recorrido por la ética no-violenta, solidaria y
profunda, como una herramienta de aprendizaje que
pueda hacer contribuciones para una vida con un enfoque
ecocéntrico, más sostenible para todas las manifestaciones
de vida en el planeta.