Resumen:
Agua, energía y alimentos son los tres recursos básicos más importantes para la sobrevivencia y desarrollo de cualquier sociedad en este planeta y donde la energía y alimentos son dependientes en gran medida del recurso hídrico. La demanda, a nivel nacional y global, de estos tres recursos interconectados se ha venido incrementando sustancialmente debido al crecimiento demográfico, crecimiento económico, globalización de mercados, cambios tecnológicos y en los estilos de vida. El Consejo Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos (US NIC, 2011) ha estimado que para el año 2030 a nivel global la demanda de agua, energía y alimentos se incrementarán en 40%, 50% y 35% respectivamente. Adicionalmente, estos recursos indispensables para toda nación se han visto afectados por efectos del cambio climático global y lamentablemente el agua es un recurso finito, con disponibilidad variable en tiempo, espacio, cantidad y calidad que exige una gestión mucho más elaborada que la hasta hoy implementada. El agua es sin duda la variable crítica de desarrollo en el mundo, pero principalmente para México, donde su atención adecuada eficaz y eficiente es simplemente impostergable.
El agua es el único recurso natural indispensable para la vida y el desarrollo social que no tiene ningún sustituto conocido. Mientras es posible elegir entre diversas fuentes de energía o materiales en casi todas sus aplicaciones, el agua, necesaria para la vida y para la producción de todos los bienes y servicios que empleamos, no tiene ningún elemento que la reemplace.
Diversas regiones y países, por otra parte, están experimentando escasez de agua. En muchos países se habla ya de una crisis de agua. La contaminación de los cuerpos de agua, junto con la sobreexplotación de las aguas subterráneas, son otra causa de inquietud entre los administradores de este recurso, así como entre la población.
Alcanzar la seguridad hídrica ha sido uno de los grandes retos de la humanidad a lo largo de la historia (ver Solomon, 2010). Sin embargo, actualmente la situación del agua en el mundo es motivo de creciente preocupación, tanto en organismos internacionales como en centros de pensamiento, entre constructores de políticas y tomadores de decisiones, en el sector público y privado.