Resumen:
Las prácticas funerarias proporcionan información relevante para el conocimiento de diversos aspectos culturales y antropofísicos, los cuales responden a interrogantes sobre la sociedad y la creencia religiosa que incide en un solo destinatario; el hombre vivo, individuo o comunidad “ya que todo enterramiento, aún el más simple, el más pobre, es un hecho social, y siempre será otra persona quien lo realice, siempre implica un acto social” (Andrés, 2003, p. 14). “Esta práctica socio-cultural especifica de los humanos, está caracterizada por un elaborado código simbólico, sobre la base que se constituye la realidad social” (Torres, 2006, p. 116) y la semiótica, que, por lo general, alude a aspectos religiosos que justifican que los ritos se desarrollen por medio de los mitos, cuya función consiste en la expresión, comprensión y realce de las creencias para la posterior eficacia en las celebraciones rituales.
En este sentido, Andrés (2003) apunta:
Que los rituales funerarios contienen generalmente más datos que otros aspectos culturales, sobre todo porque las sepulturas son actos intencionados, expresamente significativos […] desde la forma del sepulcro hasta los ajuares, en donde todo responde a una selección no causal ni arbitraria, sino determinada, a veces por las circunstancia, pero más frecuentemente por las creencias y los requerimientos sociales, atribuyendo a las tumbas o necrópolis un significado más profundo que radica en la estructura ideológica del conjunto social, inclusive más que a los asentamientos (p. 17).
“Así la instalación funeraria, manifiesta que la sociedad tiene conciencia de su pasado y previsión de futuro a largo plazo; haciendo del rito, la cohesión del grupo y, por lo tanto, también contribuye a la construcción de su identidad” (Álvarez, 2005, p. 226).
“Una identidad que pone de manifiesto el producto de una cultura sincrética de origen indígena que se mezcla con elementos “sagrados” de origen español para generar las tradiciones funerarias” (Torres, 2006, p. 110), donde Kapuściński (2005) apunta que “la religión, la cultura, la economía, la producción, la edad, el grupo social y el estatus del difunto, son el reflejo tangible de una sociedad, […] sin embargo no inmóvil, estática o fija, al contrario, dinámica, mutable y sujeta a los cambios y transformaciones provocados por el contexto social y cultural, por el entorno y por el propio imaginario de cada uno de los individuos” (citado en Ripoll y Molist, 2014), en el caso específico de las prácticas funerarias de la Nueva España.
Por lo tanto, las interpretaciones de la semiótica en los contextos fúnebres novohispanos, que se analizaron en esta investigación, están bajo la premisa de las teorías en la Arqueología Procesual y Postprocesual; en donde Hodder (1994) juzga los restos arqueológicos
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materiales como transmisores de un texto en el que cada elemento, es compresible dentro del contexto, donde reside la única potencialidad para reconstruir lo poco o lo mucho que se pueda del sistema social y de sus creencias, apoyándonos en elementos históricos que quizá enaltezcan los preceptos religiosos, “y que ayuden a descifrar la configuración social, sin caer en que este análisis de los elementos funerarios, lleve a la reconstrucción total y directa del marco social a investigar” (Andrés, 2003, pp. 17 a 19).
Es así, que en los contextos funerarios donde se representan generalmente los ritos, para la ciudad de México; contadas son las exploraciones de enterramientos humanos referente al estudio de la sociedad novohispana y principios de la República, momento de la secularización de la muerte y sus nuevos espacios, que revelan una variabilidad en las costumbres funerarias que por más de trecientos años se impusieron tras la conquista del Nuevo Mundo. El análisis de los sistemas fúnebres en la presente investigación, pertenece al primer cementerio general de la ciudad de México, Santa Paula, un cementerio extra muro que se edificó en 1784 y cerró sus puertas hasta 1871; muestra recuperada por parte de la Dirección de Salvamento Arqueológico – INAH, tras efectuarse los proyectos de Salvamento Arqueológico Reforma No. 159 y Rescate Arqueológico Reforma No. 159, en el predio del mismo nombre, de la colonia Guerrero, Delegación Cuauhtémoc, ciudad de México; misma que consta de 249 entierros del primer Proyecto de Salvamento Arqueológico (Cuevas, Escobedo y Minero, 2015) y 124 del segundo Proyecto de Rescate Arqueológico (Cuevas e Ibarra, 2015), sumando un total de 373 entierros humanos, de los cuales fue participe quien suscribe, y bajo la autorización de la directora de dichos proyectos, la arqueóloga Cristina Cuevas Carpintero, a través del INAH.
De tal modo, que es a través de la muestra de los enterramientos recuperados en dicho predio y pertenecientes al cementerio, que se entiende al inmueble como un espacio social, donde se cohesionan las necesidades espirituales de la comunidad, a través del culto a los muertos, y que gracias a la variabilidad de la práctica ritual y los elementos que están inscritos en el contexto, se infiere en la presente investigación, la complejidad y jerarquía social y religiosa, que dan pauta para proponer y sugerir respuestas posibles a las hipótesis que se plantean en la presente; respecto a los cambios socio-culturales que vivió la población durante el periodo novohispano a la insurrección. El cual, ¿modificando la estructura y sistema funerario? debido al cambio del lugar de muerte, donde en los nuevos espacios ¿se advirtieron cambios en el ritual fúnebre reflejados en la evidencia arqueológica recuperada en este predio? o estos ¿siguieron reproduciendo las tradiciones fúnebres heredadas del sistema socio-cultural de castas legar en la nueva República?, en donde ante los ojos de las nuevas normas y tras la insurrección, todos eran iguales, sin embargo, se seguía distinguiendo dentro de la traza y el crecimiento del cementerio, ¿una zonificación territorial ligada de forma muy probable a cuestiones de privilegio, economía y desarrollo?
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Contrastando así los elementos esenciales inscritos en el ritual fúnebre, que ayuden a dicha interpretación como lo es la asociación del ajuar fúnebre, los embalajes mortuorios, inclusive la ubicación de la sepultura que nos ayuda a comprender la organización y crecimiento cronológico del cementerio, en donde Ripoll y Molist (2014) “plantean qué dentro del análisis arqueológico conforme a la distribución y ubicación de las sepulturas en relación al conjunto del cementerio o a la iglesia, son elementos capitales aunado al tipo de enterramiento que el cadáver presenta, para que se puede inferir en el estatus social del individuo y su posición en la jerarquía social y su poder económico” (p. 40). Mostrando por consecuencia una fortísima relación entre un sistema fúnebre heredado de las tradiciones novohispanas o de la renovación de un nuevo precepto lúgubre, que hubiera atendido principalmente a las “ideas ilustradas”.
Desarrollado en la presente investigación que contiene, desde los datos geográficos, históricos, antecedentes arqueológicos y nuevas interpretaciones, como corpus de la capitulación de Santa Paula, el primer cementerio general de la ciudad de México. En el primer capítulo se indica la ubicación del área de estudio, así como su geografía y morfología, para determinar la ubicación del área de estudio,
El segundo capítulo se enfoca al marco teórico: donde se aborda una revisión de algunos de los trabajos de la arqueología mortuoria desde el siglo XIX hasta la crítica postprocesual, principalmente en los trabajos de Saxe (1970), Binford (1971), Harris (1991), Hodder (1994), Parker (1999), Ripoll y Molist (2014).
El tercer capítulo se enfrasca en el marco histórico, referente al sistema de castas que se impuso en la Nueva España, y que jerarquizó a la población en todos sus aspectos sociales, que sirvió de corpus de referencia para ver la principal problemática con que la organización de su sociedad, vivía cotidianamente, así como la elaboración de una remembranza de los rituales funerarios y la imposición y aceptación con que se heredaron a la Nueva España, pasando por los antiguos lugares de la muerte y los cambios en las costumbres fúnebres, a través del instaurado sistema de castas legar.
El cuarto capítulo da cuenta de un breve resumen histórico de lo que se sabe del cementerio de Santa Paula y de las investigaciones llevadas a cabo por la Dirección de Salvamento Arqueológico, DSA – INAH, realizadas en lo que fuera parte del primer cementerio general de la ciudad de México, Santa Paula, anteriores al 2014.
En el quinto capítulo, se desarrolla al análisis del sistema funerario registrado por el Salvamento Arqueológico Reforma No. 159 y el Rescate Arqueológico Reforma No. 159, mismo que consta de 373 entierros humanos. En este capítulo se indaga sobre el área jerárquica en sus diferentes temporalidades de inhumación con respecto al ajuar fúnebre, embalaje mortuorio, posición del cuerpo, orientación de la tumba, estructura funeraria, así
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como el culto y práctica de los párvulos1; que permite proponer diferentes áreas según su jerarquía social con la propuesta de un mapa ubicándolas dentro de la traza de lo que fuera el primer cementerio general de la ciudad de México, Santa Paula, conforme a las fuentes históricas y la rectificación de la misma traza enunciada en los proyectos de Salvamento Arqueológico Reforma No. 159 y Rescate Arqueológico Reforma No. 159. En último lugar y debido a las excavaciones suscitadas en los anteriores proyectos como en estos dos últimos y dos posteriores, se puntualizan predios que pudieran resguardar cadáveres de dicho cementerio, para futuras investigaciones.
Finalmente, se plantean las conclusiones y los resultados derivados de las hipótesis esbozados en la presente investigación con relación al sistema fúnebre y sus áreas jerárquicas gracias a la evidencia arqueológica recuperada en el primer cementerio general de la ciudad de México, Santa Paula, donde se pudo inferir en la existencia del cambio en el estamento social, reflejado en sus prácticas fúnebres, ya que estos son actos intencionados por la sociedad de forma determinada y estas a su vez, reflejan el momento temporal con que atraviesa su socio-estructura, y sus modificaciones de la misma.
Así, gracias a este tipo de investigaciones, es que se traza una nueva línea en la interpretación histórica que se ha abordado en este periodo en particular, referente a la insurrección del virreinato y su socio-estructura, abordando un nuevo panorama en la historia de la jerarquía social de México durante el periodo de transición de la época novohispana a la insurrección.