Resumen:
La primera obra de María Luisa Bombal cambió el panorama de las letras femeninas en América Latina, no sólo por mostrar la intimista visión de la protagonista, tampoco por los polémicos elementos autobiográficos de la autora, sino por romper con la estructura canónica de la novela, que pasa de lo lineal hacia lo arbóreo integrando los distintos niveles en el relato. La raíz es la historia del matrimonio, el tronco las acciones cotidianas. las ramas representan a los trece metarretalos creados por la narradora, algunos como expresión del deseo a futuro, aunque la mayoría de ellos son evocados en presente. Dichos niveles integran dos planos, lo que ocurre en el primero es una serie de sucesos lineales y comprobables en la historia a través de la interacción de los personajes (una pareja de recién casados marcados por la carencia de amor), sin embargo, lo que ocurre en el segundo corresponde al terreno de lo onírico, pues cuando las acciones se desarrollan en la parte superior o inferior se presentan como expresiones del deseo (con la presencia del amante), el cual se resarce a través del sueño o la ensoñación, configurando la superrealidad, término que pertenece al surrealismo. La poética de La última niebla se configura al intercalar los elementos oníricos con los símbolos en el relato que fungen como conectores entre niveles, en este análisis se esquematizan a partir de los elementos naturales agua, tierra, aire y fuego. El primero se muestra como dominante y controla a la protagonista, tanto en su expresión de deseo como en sus acciones, el estanque y la niebla determinan la posibilidad de elecciones; el segundo remite al espacio donde se desarrolla la historia, marcada por la ambivalencia campo-ciudad, de igual manera refiere al cuerpo, que por fragmentos, cobra relevancia en la interpretación del mundo proporcionada en el relato; el tercero a la memoria, la furia y la libertad negada; el cuarto representa al amante quien transforma a la protagonista. La complementariedad entre personajes (agrupados en dualidades) permite analizar la importancia del otro y a través de ello mostrar los estereotipos sociales de la época en la que fue escrita la novela, para ello también se presenta un topoanálisis, que entreteje los símbolos con los espacios, el desplazamiento de los personajes y la formación de los niveles en el relato. En conjunto, los elementos mencionados integran una lectura trágica marcada por la imposibilidad de acción de la protagonista.