Resumen:
En los últimos años, en los ecosistemas áridos y semiáridos de México se han intensificado las actividades antropogénicas propiciando la degradación del suelo en aproximadamente 28% de su superficie, por su parte, la actividad agrícola de riego en este tipo de ecosistemas representa poco menos de la mitad de la superficie agrícola del país y ocupa aproximadamente 26% de estos ecosistemas. Sin embargo, esta situación ha ocasionado la alteración de los ciclos biogeoquímicos, de los cuales el ciclo del carbono resulta particularmente importante por su connotación económica y ambiental.
Descripción:
Los ecosistemas áridos y semiáridos son reconocidos por su alta biodiversidad y endemismo, así como por la extensión que ocupan dentro del territorio nacional (60%), (Montaño, et al., 2016); sin embargo, la presión a la que son sometidos por su cambio de uso de suelo principalmente para actividades agrícolas han ocasionado la degradación del suelo de una superficie aproximada del 28% (SEMARNAT, 2014).
En el contexto nacional según SEMARNAT (2017), en el territorio mexicano el 44.9% de los suelos se encuentran degradados con algún o varios tipos de degradación. De la superficie afectada, el 18% es por degradación química, 12% hídrica, 9% por degradación eólica y el 6% es física. Otro aspecto vinculado a la degradación del suelo es la pérdida de fertilidad y en consecuencia, la alteración de los ciclos biogeoquímicos naturales, de los cuales el ciclo del Carbono (C) resulta particularmente importante por su connotación económica y ambiental.