Resumen:
Todos podemos mitificar lo que sea, otorgando cualidades o defectos tan grandes, que transformamos a los sujetos u objetos en ideales o aberraciones. Un padre mitificado, por ejemplo, puede ser un ángel o un demonio, pero no un ser humano. Esto es un ardid para percibir lo que deseamos más no la realidad. Algo parecido le ha ocurrido a la ciencia y es preciso descubrir la treta elucubrada por filósofos y científicos para llegar a ver lo que esperaban de ella.
Descripción:
Analizaremos cómo la filosofía ha mitificado a la ciencia desde tres perspectivas: 1) Viéndola desde fuera, sin adentrarse en la actividad científica y su complejidad interna; 2) Introduciendo en su reflexión conceptos filosóficos que no son propios de la ciencia, como el de la verdad; e 3) imponiéndole expectativas basadas en prejuicios racionalistas que distorsionan las capacidades reales del científico como ser humano.