Resumen:
El presidencialismo mexicano del siglo XX requirió de tres condiciones básicas
para su instauración y consolidación. La primera de estas condiciones fue la
existencia de un gobierno unificado, lo cual implicaba que un sólo partido
político controlara al mismo tiempo la presidencia de la República y la mayoría
en el Congreso. La segunda condición indispensable fue la disciplina partidaria,
ello significaba que los grupos parlamentarios del presidente en la Cámara de
Diputados y el Senado votaran de manera cohesiva y coherente, en apoyo de
las iniciativas presidenciales, la tercera condición fue la del liderazgo
presidencial sobre su partido. Para que estas condiciones se cumplieran, el
presidente debía tener la capacidad de trasmitir disciplina en las fracciones
parlamentarias del Congreso.