Resumen:
A lo largo del siglo XX -a nivel mundial- se han presentado dos sucesos que han cambiado la organización y el funcionamiento del Estado con el objetivo de hacer más eficiente y eficaz la administración pública. El primero fue la crisis financiera de los países más desarrollados a partir de los ochenta, acompañados de la crisis política de los gobiernos autoritarios y el desmantelamiento de los estados socialistas. El segundo implicó “el avance tecnológico, el neoliberalismo, los cambios acelerados de la sociedad civil, la complejidad de las relaciones en el ámbito político, económico y social”. Estos escenarios también abrieron el debate sobre el papel del Estado y su “transformación en relación con la economía nacional e internacional y con la sociedad en tiempos de globalización” (Fleury, 2002; Cruz, 2003; Cuervo, 2003).
En América Latina la discusión sobre el Estado la encontramos entre 1930 y 1970 cuando imperó el modelo de desarrollo hacia dentro. Las sociedades latinoamericanas, desde el período de entreguerras, se articularon en lo que se considera “matriz estado céntrica” donde la acción estatal era vista como la única fuente de desarrollo (Cuervo, 2003). Sin embargo, los procesos de globalización económica orientados hacia la liberalización comercial y la creación de un mercado financiero mundial ocasionaron el agotamiento del modelo interventor, mediante el cual el gobierno fomentó la ampliación del consumo, la producción, la provisión de servicios públicos y el otorgamiento de subsidios (Espejel, 2003:35). A partir de entonces, la liberalización comercial demandó la reducción del Estado, menor proteccionismo y desmantelamiento del monopolio Estatal, lo que llevó a una crisis fiscal (Fleury, 1999: 60).