Resumen:
En la segunda mitad del siglo XVIII, va gestándose en México un movimiento intelectual que dejará huella en la historia de la cultura. Periodo al que Bernabé Navarro denota como de renovación y apogeo de una escolástica moderna porque tiene como antecedente fundamental la introducción y asimilación de la filosofía europea en la Nueva España.
Se presencia en el pensar filosófico la confrontación de dos pensamientos divergentes, la escolástica y la modernidad, entendiendo a esta última como la “modernidad ilustrada”, iniciado esencialmente por la orden de los jesuitas, entre los que destacan Rafael Campoy, Diego José Abad, Agustín Castro, Francisco Javier Clavijero y Francisco Javier Alegre. Características de este momento son el eclecticismo, el anhelo de veracidad en las argumentaciones, el estilo y buen gusto.
Y como la modernidad trae consigo nuevas formas de entender al hombre y al mundo cuya base son innovadoras propuestas científicas, dentro del campo educativo abren nuevas perspectivas. La educación como un eje del nuevo modelo científico-filosófico. Por medio de la educación tiene cabida el fluir de las ideas modernas en un primer momento, consecuente a ello, se postulan nuevos métodos de enseñanza acorde a los tiempos (exaltación de la razón y sus contenidos derivados de la experiencia sensible) que repercutirán en la conformación de aquella sociedad novohispana.