Resumen:
Parte de la literatura de los siglos XII al XVIII y algunos documentos universitarios europeos del siglo XIX (Ascencio y Cantor,1995), respaldan la existencia de personas (juglares, trovadores y goliardos) que viajaban y vagabundeaban, en solitario, por el mundo en busca de fama, status y aprendizaje, a partir de la música, ya fuera como intérpretes o compositores (Ibarra, 2003). La evolución de esta forma viajera de hacer e interpretar música, a través de los siglos, llegó a trascender hasta algunas universidades de Europa, específicamente a las de España, como la de Salamanca (Arias, 1839).
Algunos estudiantes universitarios de España en el siglo XIX, herederos de la tradición “viajera-musical” de los juglares, trovadores y goliardos (Ascencio y Cantor 1995), se dedicaban a tocar y componer melodías y cantares para subsistir y también para costear sus estudios. A continuación, en el siguiente fragmento obtenido del libro Costumbres Salamanquinas, se puede observar cómo se relata el inicio de la influencia de los trovadores hacia los universitarios españoles “los trovadores del siglo XIX se envuelven en ropaje negro con guitarra al hombro atraviesan como los antiguos las llanuras y los bosques. Llevan en pos de sí la alegría a los cortijos, componen versos. En la temporada del curso se detienen en alguna universidad que tienen cerca del término de sus correrías y esperan con impaciencia el momento de volver a su vida errante y peregrina…” (Arias, 1839: 32).