Resumen:
El presente trabajo contiene un estudio sobre la segregación residencial en el municipio de Almoloya de Juárez. Mediante una definición amplia y general del concepto se estaría hablando, como lo hace Sabatini (2003: 7), de “…la aglomeración en el espacio de familias de una misma condición social, más allá de cómo definamos las diferencias sociales. La segregación puede ser según condición étnica, origen migratorio, etaria1 o socioeconómica, entre otras”. Sin embargo, los casos de estudio que se abordarán en este documento buscan cuestionar precisamente la forma en que se ha definido a la segregación residencial a partir de la existencia de aglomeraciones o agrupamientos de población, en donde el hecho de que las viviendas se parezcan entre sí ha llevado a varios estudiosos del tema a calificarlas como áreas segregadas, sin contar con otras formas de medición y análisis de sus semejanzas o sus diferencias.
Por medio de datos socioeconómicos y educativos a nivel de vivienda2 y delimitado por cuatro localidades del municipio de Almoloya de Juárez3, este trabajo pretende demostrar las diferencias internas que existen en las aglomeraciones habitacionales formadas por distintos grupos sociales, que si bien no se estudiarán a nivel de unidad familiar, sí serán analizados en cuanto a niveles socioeconómicos similares o diferenciados.
Descripción:
Casos en donde hay un distanciamiento de la variable ingresos como causal principal de aglomeraciones sociales son las aportaciones de Caldeira en Brasil (2000), de Saraví en Argentina (2004) y de Cortes4 en Chile (2008). La referencia de estos tres últimos casos es importante para el objeto que aquí se discutirá, porque los tres ciertamente dan cuenta de procesos de agrupamiento de la gente por medio de indicadores socioeconómicos, que como ha dicho Sabatini (2003), son los indicadores que con mayor frecuencia están al alcance del investigador y los más empleados para estudiar el fenómeno de la segregación. Pero lo importante para este caso es que también esos aportes han abierto la puerta a otras posibilidades de interpretación, porque además de los datos socioeconómicos, referidos a la capacidad adquisitiva de la gente, también asumen la existencia de factores culturales que son bien importantes cuando se habla de procesos de diferenciación social, en donde cobra relevancia el caso de los niveles educativos de la gente.