Resumen:
Los niveles de consumo y producción superan la capacidad productiva de la Tierra, lo que
significa que estamos gastando el capital natural a un ritmo acelerado y sin control. De forma
paralela, se ha demostrado que los modelos agrícolas de producción intensiva han provocado
problemas sociales, ambientales y económicos como: degradación de los recursos naturales,
contaminación del suelo, agua y aire, salinización, desertificación, pérdida de biodiversidad
vegetal y animal, dependencia de insumos externos, incremento constante de inversión,
pérdida de identidad y cultura, disminución inevitable y progresiva de la productividad
(Moreno Calles et al., 2016; Restrepo et al., 2000).
En México, la floricultura es una actividad agrícola que ha incrementado en gran medida.
Los estados en los que se cultiva flor de corte, follajes, flores de relleno o macetería son
Estado de México, Ciudad de México, Morelos, Puebla y Michoacán y en menor medida,
Jalisco, Oaxaca, Veracruz, Baja California, Campeche, Chihuahua, entre otros. El Estado de
México aporta el 80% de la producción nacional, siendo el productor de ornamentales más
importante el “corredor florícola”, comprendido por los municipios de Tenancingo, Coatepec
Harinas, Ixtapan de la Sal, Tonatico, Zumpahuacán y Villa Guerrero. A pesar de ser una
fuente económica de gran importancia en la zona, presenta problemas característicos de la
agricultura intensiva, derivados del uso excesivo de agroquímicos, tala de árboles para la
colocación de invernaderos, cambio de uso del suelo, entre otros (Tejeda-Sartorius et al.,
2015; SIAP, 2019).
Por tal motivo es importante que los sistemas productivos intensivos transiten a formas de
manejo más integrales, vinculando componentes ambientales, socio-culturales y económicos.
En las últimas décadas se han trabajado diferentes propuestas encaminadas a buscar una
mejor armonía entre la agricultura y el ambiente, sobresaliendo la Agroecología, que
pretende reducir la contaminación y degradación de los recursos al mismo tiempo que busca
una mayor justicia y equidad socioeconómica; una herramienta práctica y Agroecológica es
la Agroforestería que constituye una alternativa de desarrollo sostenible para el
aprovechamiento y conservación de los recursos y la recuperación de zonas degradadas
(Gliessman et al., 2006; Restrepo et al., 2000).
El presente trabajo explora las implicaciones del establecimiento de un sistema agroforestal
como alternativa de producción de ornamentales en la Región Florícola del sur del Estado de
México. Inicialmente, se desarrolla una descripción del contexto social, económico y
ambiental de la zona florícola. También se explica el diseño y establecimiento del sistema
agroforestal que está basado en el desarrollo de un cultivo en callejones con policultivo que
incluye cinco especies: morera (Morus alba) para incorporar materia orgánica, conservar
agua en el suelo y aportar sombra; hierba santa (Piper auritum) como repelente, barrera de
insectos y uso culinario; ave de paraíso (Strelitzia reginae) como ornamental, arúgula (Eruca
vesicaria) como barrera y uso culinario y helecho cuero (Rumohra adiantiformis) como
ornamental. Finalmente, se evalúa de forma práctica los conflictos, limitaciones, y ventajas
que se tienen al establecer el sistema agroforestal, como una forma de generar información
que posibilite alternativas agroforestales y agroecológicas a los sistemas productivos
intensivos de la región.